Cuenta la gente de San Pedro de las Colonias que cierto día, un señor, el típico borrachito, vagaba a altas horas de la noche por una de las calles principales de esa ciudad; esto ya hace aproximadamente treinta años. Este señor iba caminando, tambaleándose debido a los efectos del alcohol, y, como era conocido en ese poblado que era un señor solo, siempre andaba deambulando de coqueto, cuando traía unas copas encima.

Esa noche él estaba fuera de su casa cuando, de pronto, pasó una dama delgada, alta, que tenía una apariencia hermosa, de cabello hasta la cintura, negro y lacio, pero él sólo la había visto de espaldas. Él decidió seguirla hasta una de las plazuelas principales del poblado, chistándole y hablándole; ella no volteaba, permanecía fría y firme, ella seguía su paso… rumbo al panteón.

El borrachito, desesperado, la volteó por la espalda y… ¡¡la mujer tenía la cara de caballo!! El señor, del susto, salió disparado corriendo y hasta lo borracho se le quitó de la impresión.

Dicen que por los poblados vecinos esa mujer se sigue apareciendo, siempre espanta a los borrachos, trasnochadores y con malas intenciones.

Hace poco menos de 20 años, un par de hombres más la vieron debajo de un puente; su amigo los encontró temblando de la impresión, todo ocurrió en circunstancias semejantes.

Esta leyenda sirve de advertencia para aquellos hombres que salen de la tranquilidad de su casa con malas intenciones, piensen dos veces.