domingo, 9 de diciembre de 2012

El Petiso Orejudo, el primer asesino serial argentino


Hace 100 años, el 4 de diciembre de 1912, en la madrugada, la Policía detenía a uno de los hombres más sangrientos y espeluznantes de la historia argentina: Cayetano Santos Godino. Conocido también como El Petiso Orejudo. Un día antes había cometido su último asesinato.

Gesualdo Giordano tenía tres años. Godino lo llevó hasta un lugar alejado, la Quinta Moreno; allí, con violencia, lo arrinconó, lo tiró al piso y lo inmovilizó poniendo su rodilla en el pecho del niño. Lo estrangula con un cordel que llevaba como cinturón. No tiene éxito. Busca alternativas. Mientras busca con qué matar a Gesualdo se cruza con el padre del niño, que le pregunta si había visto a su hijo. La respuesta es negativa. Sigue la búsqueda, hasta que encuentra un clavo de más de 3 pulgadas (poco más de 7 centímetros). Sin contemplaciones, entierra el clavo en la sien de Giordano martillando con una piedra. Con su objetivo cumplido, huye. Más tarde se acercaría al velatorio del niño. Sería su última acción: en la madrugada sería apresado.

Cayetano Santos Godino es considerado el primer asesino serial que tuvo la Argentina. Tenía 16 años cuando cometió su último asesinato. Desde los siete ya tenía instinto asesino, cuando a un niño llamado Miguel Depaoli, de dos años, lo llevó hasta un baldío y lo golpeó para luego arrojarlo sobre espinas. Su historial dice: cuatro muertes, siete intentos de asesinato y el incendio de siete edificios. Es que el fuego era otra de las pasiones del Petiso Orejudo.

En noviembre de 1914 se lo consideró penalmente irresponsable y fue internado por tiempo indefinido al hospital psiquiátrico Hospicio de las Mercedes. Allí intentó asesinar a dos pacientes. Más tarde, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal dictaminó que Santos Godino fuese encerrado indefinidamente en la Penitenciaría Nacional. Estuvo en ese lugar hasta 1923.

Aquel año fue transladado al Penal de Ushuaia, en Tierra del Fuego. En la Cárcel del Fin del Mundo empezaría a morir lentamente. En 1927, los médicos del penal le practicaron una cirugía estética para reducirle las orejas. Creían ue en sus orejas estaba su maldad. Obviamente, no tuvo resultados.

Le negaron la libertad en 1936 y sufrió reiterados maltratos (incluso sexuales) por parte de los otros reclusos. El 15 de noviembre de 1944, a los 48 años, murió por causas confusas. Fue, así, el primer asesino serial que tuvo la Argentina.

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