viernes, 19 de octubre de 2012

Peter Kürten – El Vampiro de Düsseldorf



Entre 1925 y 1930, la ciudad alemana de Düsseldorf se vio sumida en el miedo por los asesinatos de éste demente asesino que se bebía la sangre de sus víctimas después de violarlas y degollarlas…

El Vampiro de Düsseldorf

A temprana edad ya disfruta estrangulando ardillas y maltratando perros callejeros y otros animales para ver correr su sangre. Además, goza en actos zoofílicos con ovejas a las que degollaba una vez alcanzado el orgasmo…
El temible “vampiro de Düsseldolf” está considerado como uno de los más sanguinarios asesinos en serie de todos los tiempos por los expertos criminólogos y psicólogos que han seguido su caso de cerca.
Nació en 1883 en Colonia (Alemania) en una familia tan pobre como numerosa (era el tercero de trece hermanos), y todos habitaban bajo pésimas condiciones en un espacio muy reducido y un ambiente familiar deplorable. Su padre, en el paro, era alcohólico y de muy mal carácter, pegaba frecuentemente a su mujer e hijos. Cuando sólo contaba con ocho años, Peter hace una primera tentativa de fuga y se escapa de casa harto de los malos tratos…
Cuando su familia se traslada a Düsserdolf en 1894, se evade de nuevo y comienza a vivir como un vagabundo realizando pequeños hurtos para sobrevivir, dando muestras a tan temprana edad de instintos criminales: disfruta estrangulando ardillas y maltratando a los perros callejeros que se cruzaban en su camino, así como a otros animales para ver correr su sangre, cometiendo además actos zoofílicos con ovejas a las que degollaba una vez alcanzado el orgasmo. En una ocasión trata incluso de violar a una de sus hermanas más jóvenes.
La primera condena la cumpliría en 1897 por robo, y así muchos más actos delincuentes que lo obligan a pasar cerca de veinte años entre rejas.
En 1913 comete su primer crimen sexual: viola y degolla salvajemente a Christine Kelin, una niña de 13 años.
Años más tarde, cuando él mismo contaba con cuarenta, su vida parece dar un giro y contrae matrimonio con una mujer de buena familia. Cambia de aspecto vistiendo con mucha elegancia y sencillez, se peinaba con brillantina (producto casi desconocido en Alemania en aquella época), usaba gafas, lucía un recortado bigote, e incluso usaba polvos faciales.
Como la mayoría de los sádicos sexuales, Kürten parece llevar una vida normal como cualquier buen esposo. Trabajaba como conductor de camiones, y su mujer jamás sospechó que tras un hombre tan educado y atento como su marido podría esconderse el autor de crímenes tan sangrientos.
Entre 1925 y 1930 se suceden en la pequeña localidad alemana una serie de crímenes que estremecen y sensibilizan a toda la población, similar a la que padeció Londres en tiempos de otro conocido asesino: Jack el Destripador.
A su tercera víctima, una niña de 9 años, la rocía de gasolina y le prende fuego para complacerse viéndola arder en una terrible agonía. Era un monstruo infernal, tal y como muestra la ilustración artística de arriba.
A pesar de que la policía alemana contaba con métodos muy por encima de los que disponía Scotland Yard en 1888, tardaron varios años en tener alguna pista del misterioso criminal a quién terminaron apodando unos “El Vampiro de Düsserdolf” y otros “El rey del crimen sexual”.
Kürten tiene por costumbre el beber la sangre de sus víctimas y de matar animales cuando tiene sed. A veces se divierte incendiando las casas abandonadas, esperando ver arder algún vagabundo que durmiese en su interior. De hecho, a su tercera víctima, una niña de nueve años llamada Rose Ohliger, la rocía de gasolina y le prende fuego para complacerse viéndola arder en una terrible agonía.
La policía, viendo por momentos su autoridad y reputación comprometidos, lleva a cabo continuas redadas y abundantes controles rutinarios a la busca y captura del feroz asesino. Incluso algunos grupos de delincuentes y bandas callejeras se unen a la “caza” del vampiro con tanto interés por detener la ola de crímenes como las mismas fuerzas de seguridad.
Hasta la fecha, se le inculpaban nada menos que ocho terribles asesinatos y catorce asaltos. Afortunadamente para todos, cometió un grave error en 1930 que le costaría su detención. Tras un atentado criminal fallido contra María Butlier, la mujer logra escapar y proporcionar una detallada descripción de Kürten.
Al mismo tiempo, éste se asusta al leer la prensa y ver su retrato robot en la portada de los periódicos, por lo que confiesa la totalidad de los crímenes a su esposa mientras charlaban, quitándole importancia a los hechos como si se tratase de simples travesuras infantiles. La señora en un principio se desmaya de la impresión, pero finalmente, asustada y asqueada pone las declaraciones de su marido en conocimiento de la Policía (que tubo que poner en libertad a algún detenido que coincidía con la descripción del verdadero asesino).
Durante el juicio, este cínico trastornado se disculpó con los padres de sus víctimas alegando que necesitaba beber sangre como quienes necesitan del alcohol…
Durante el juicio, se dedicó a escribir cartas a los padres de las víctimas en las que se disculpaba de una manera muy peculiar: alegando que él necesitaba beber la sangre lo mismo que otras personas necesitan beber el alcohol…
(Pese a que no disculpe en absoluto sus crímenes, lo cierto es que sí padecía de “hematodipsia”, una patología que consiste en obsesión compulsiva por consumir sangre, bajo implicaciones sexuales.)
Finalmente tras una hora y media de deliberación, el jurado pronunció su veredicto de culpabilidad para Peter Kürten, quién fue sentenciado a nueve penas de muerte. (Según las leyes de la época, era posible condenar a más de una pena de muerte). Hasta el último minuto se creyó que iba a recurrir al veredicto para tratar de librarse de ser decapitado, pero el asesino no apeló y guardó la calma hasta el día de la ejecución con calma absoluta. Sólo se manifestó para pedir una última voluntad, y era que cuando lo decapitase el verdugo, le dejasen escuchar durante unos minutos cómo su propia sangre goteaba en el suelo…
El 2 de julio de 1931, a las seis de la mañana, en el patio de la prisión de Klügelpüts (Colonia), se cumplía su deseo.
ANEXO AL TEXTO ORIGINAL DE PILI ABEIJON: La historia (tomada de http://serial-killer.comyr.com/?q=node/70) del asesinato de la primera víctima, contada en base a palabras del propio asesino:
“Entré en una casa en el Wolfstrasse, cuyo inquilino era de apellido Klein, fui hasta la primera planta. Abrí varias puertas y no encontré nada digno de robar; pero en la cama vi a una muchacha durmiendo de aproximadamente 10 años, cubierta con una manta gruesa de plumas”.
Kürten agarró a la muchacha por el cuello y empezó a estrangularla. La niña luchó por unos momentos antes de quedar inconsciente, después Kurten colocó el cuerpo de la chica en el borde de la cama e introdujo sus dedos en la vagina de la pobre criatura, después de lo cual, en palabras del propio asesino: “Tenía un pequeño cuchillo de bolsillo con el cual corté su garganta. Oí los chorros y el goteo de la sangre en la estera al lado de la cama. Salió a borbotones en un arco. La escena entera duró cerca de tres minutos. Entonces salí, cerré la puerta otra vez y regresé a mi casa en Düsseldorf “

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