Gary Ridgway tenía como plan el asesinar a todas las mujeres posibles que él considerase prostitutas. Durante casi 20 años burló a la Policía y consiguió matar 49 mujeres, hasta que finalmente fue incriminado gracias a una prueba de ADN…
Primeros años
Gary Ridgway nació un 18 de febrero de
1949 en la ciudad de Salt Lake, Utah. Sus padres fueron María Rita
Steinman y Thomas Newton Ridgway, mientras que Gregory León y Edward
Thomas fueron sus hermanos.
Como muchos asesinos seriales, Gary se
orinaba de niño. Esta costumbre la tuvo hasta los trece años y su madre,
que solía menospreciarlo y avergonzarlo en público, lo bañaba
inmediatamente cada vez que Gary se orinaba. Otra característica típica
de los asesinos seriales la vemos en la crueldad hacia los animales,
tendencia ésta que de niño llevó a Gary a sofocar a un gato por el puro
placer de verlo sufrir…
Sin embargo, en relación a sus
tendencias asesinas, el punto que más relevancia tuvo dentro de sus
primeros años fue el insano vínculo que Gary tenía con su madre, hacia
la cual guardaba sentimientos de ira pero también de atracción sexual.
Fue su madre quien en parte lo
acostumbró a la violencia, ya que era una mujer dominante y
temperamental que le gritaba a su esposo y que hasta llegó a romperle un
plato en la cabeza delante de Gary; y fue, igualmente ella, quien
desató problemas sexuales en Gary al tener un comportamiento incoherente
que por un lado la hacía ser una mujer religiosa mientras que, por
otro, la impulsaba a vestirse de forma muy provocativa, semejante a la
de las prostitutas por las que después Gary, al igual que con su madre,
experimentaría atracción sexual y a la vez ira y desprecio.
Por otra parte la vida académica de Gary
no fue muy buena, pues su rendimiento siempre fue pobre y tuvo que
repetir un año dos veces. Fundamentalmente aquella situación se debía a
su dislexia y a su coeficiente intelectual de 82 (lo normal es 100).
En cuanto a su forma de ser en aquel
entonces, algunos de sus ex-compañeros de colegio lo describieron como
alguien agradable pero fácil de olvidar. Sorprende así que, a sus 16
años, Gary haya cometido algo tan atroz como llevarse a un niño de seis
años al bosque para apuñalarlo en las costillas y luego, según contó
años más tarde la víctima, alejarse riendo tras decir: “Siempre me he preguntado cómo sería matar a alguien”
.
Las mujeres en la vida de Gary
Después de graduarse de la escuela
secundaria, Gary entró a la Marina y se casó con quien fue su novia de
colegio: Claudia Barrows. Fue en ese entonces, durante su periodo de
servicio en las Fuerzas Armadas, cuando Gary empezó a pasar mucho tiempo
con prostitutas y adquirió gonorrea y verrugas genitales por no usar
preservativo en las relaciones. Como suele darse en las mentes
criminales, Gary no se vio a sí mismo como el responsable y creyó que
las prostitutas tenían la culpa, incrementando así el desprecio que ya
tenía por ellas debido al odio que su padre les tenía y al hecho de que
su madre se vestía como una de ellas…También fue en ese mismo periodo
cuando Gary fue enviado a Vietnam y, ante su ausencia, su joven esposa
de 19 años no soportó la soledad y empezó a salir con otros hombres,
causando con esto que el matrimonio terminara en menos de dos años.
Durante su segundo matrimonio Ridgway,
pese a la gonorrea que había contraído antes, siguió frecuentando a las
prostitutas. Es en este punto donde sale a relucir el papel clave de las
conductas aprendidas pues, incoherentemente al igual que su madre,
Ridgway acompañaba una conducta lasciva (frecuentación de prostitutas)
con un gran fervor religioso, puesto que en ésta etapa de su vida él se
volvió un fanático miembro de la Iglesia Pentecostal: lloraba después de
los sermones en la iglesia, insistía constantemente a su esposa Marcía
el seguimiento puntual de los preceptos que el pastor pregonaba, leía la
Biblia en voz alta en casa y en el trabajo y hasta tocaba las puertas
de extraños para convertirlos a la fe…
Cuenta Marcia que la madre de Ridgway
era la típica suegra intervencionista, sobreprotectora e idealizadora de
su hijo: intentaba controlar los gastos y tomar decisiones de qué
comprar y qué no, elegía la ropa para Gary y la acusaba de no cuidar
bien al pequeño Mathew, hijo de ella y Gary.
Sexualmente, según reveló Marcia (y las
otras esposas que tuvo Gary), Ridgway se mostraba como un ser insaciable
que le pedía sexo varias veces (hasta unas seis) al día y que en
ciertas ocasiones deseaba tener sexo en lugares públicos (cine, parques,
etc…).
Al igual que pasó con Claudia, los celos
de Ridgway terminaron poniendo de su parte en el divorcio. Así, tras
una cirugía que a fines de los años 70 Marta se hizo por problemas de
sobrepeso, ella empezó a ponerse delgada y a transformarse en una mujer
atractiva que captaba las miradas de los hombres y, con esto, hacía
sentir celos a su inseguro marido, quien cada vez se mostraba más
conflictivo hasta el punto de que casi la ahorca en una pelea…
Tras su divorcio, Ridgway comenzó a
salir con varias mujeres que conoció gracias a Parents Without Partners.
En medio de esas citas fue que encontró a Judith Mawson en 1985. Judith
lo vio como un hombre con estabilidad laboral (Gary llevaba 15 años
pintando camiones), como alguien amable, responsable y estructurado.
Ella encontraría en él la pareja perfecta, él la amaría y ambos estarían
juntos hasta que el lado oscuro de Ridgway se hiciese público y sus
crímenes lo pusiesen en la prisión…
En efecto, antes de casarse Ridgway se
tomó la molestia de remodelar la casa, incluyendo una nueva alfombra.
Judith, más tradicionalista que Marcia, no se molestó sino que quedó
encantada con la madre de Gary. No la veía como una suegra metiche o
como un estorbo sino como una suegra preocupada que quería ayudar y, en
algunos casos, aconsejar. Por todo esto las cosas marcharon bien por
años, ya que Gary fue muy hábil a la hora de no levantar sospecha alguna
en Judith sobre su sangriento hobby.
.
El perfil del asesino
En líneas generales, el método de Gary
consistía en contratar a una prostituta, subirla al carro, mostrarle la
foto de su hijo para que la prostituta crea que estaba ante una persona
buena e incapaz de matar, tener sexo con la prostituta y luego matarla
con estrangulamiento. Generalmente mataba a las víctimas en su casa,
pero a veces también en el carro o incluso en un lugar apartado como el
bosque: si las mataba en casa, tenía sexo con ellas en casa; si las
mataba en el carro, tenía sexo con ellas en el carro y, si las mataba en
el bosque o en algún otro lugar, era que la chica había aceptado tener
sexo en el bosque o el lugar elegido por Gary.
Matando en casa:
Gary mató a muchas de sus víctimas en su
propia casa. Según dijo, una de sus estratagemas era llevar a la
prostituta contratada al cuarto de su hijo Mathew, antes de lo cual ya
le había mostrado la imagen de aquel para dar la impresión de ser un
hombre tierno y nada peligroso. Entonces, en palabras del propio
asesino, al ver el cuarto del hijo la prostituta se diría: “Hey,
este chico tiene un hijo. Él no va a lastimar a nadie. Su nombre está
escrito en la puerta, el cuarto está vacío y tiene su litera allí, con
los juguetes en el suelo”.
Según se supo por informantes y por el
propio Ridgway, él usualmente negociaba con la chica el llamado “mitad y
mitad”, cosa que en realidad consistía en sexo oral seguido de
penetración. Así mismo Ridgway deseaba que la chica estuviera con tan
poca ropa como le fuera posible (que no se deje medias ni nada) y
siempre le solicitaba usar el baño antes de iniciar el intercambio
sexual pues, en su retorcida mente, sabía por experiencia que las
víctimas por estrangulación tienden a manifestar episodios de
incontinencia: “Yo no quería que se cagaran en la cama, esa era la principal razón”, dijo Gary a un policía.
Previamente al acto sexual, Gary le
decía a la chica que él solo podía llegar al orgasmo si la penetraba por
detrás (no necesariamente de forma anal), si ella le daba la espalda.
Entonces la chica se ponía en la postura del perrito y él se ponía atrás
de ella y comenzaba hasta llegar al clímax, tras lo cual la chica
levantaba la cabeza y entonces, generalmente en este momento, él
procedía a estrangularla.
A veces, y esto no solo lo hizo cuando
mató en su casa, Ridgway empleaba una salida ingeniosa ante las chicas
que se ponían difíciles en la etapa del forcejeo, etapa que siempre
venía cuando él iniciaba el intento por ahorcarlas pues, a diferencia
del gigantesco Edmund Kemper, Ridgway no era ningún portento de fuerza
física. A saber, lo que Ridgway hacía era decirle a la chica, en medio
del forcejeo, que si ella dejaba de pelear él le perdonaría la vida y la
dejaría ir. Muchas ingenuas aceptaron y murieron con más rapidez, pues
Ridgway dijo que se volvían más fáciles de matar cuando dejaban de
forcejear. Resulta penoso, en medio de este tipo de situaciones, el que
algunas víctimas, según contó el asesino, intuían que él las iba a matar
y, sintiéndose indefensas, le rogaban para que no las matase a través
de frases como: “¡no me mates!”, “soy muy joven para morir”, “tengo una
familia a la cual cuido”, “tengo una hija en casa” o “yo no quiero
morir”, entre otras. Sin embargo Gary nunca tenía piedad y las
estrangulaba, método que elegía siempre debido a que era más “personal” y
“gratificante” que disparar o algún otro, además que no valía la pena
experimentar pues, en sus propias palabras: “Ahorcar era lo que hacía, y era bastante bueno en eso”
Un asesino precavido:
Para empezar, Ridgway casi nunca les
pagaba a las chicas antes de que se trepasen a su camión. Además, muchas
veces les exigía a las prostitutas que, a modo de garantía, le
mostrasen su vagina o sus pechos, cosa ésta que hacía porque estaba
convencido de que las policías encubiertas[1]
no iban a aceptar tal solicitud. Entonces, y solo cuando se aseguraba
de que todo estaba bien, Gary continuaba con las siguientes etapas
previas al asesinato.
Una vez cometido el asesinato, Ridgway
tomaba el cadáver de su víctima y, generalmente de noche, conducía en su
camión hasta llegar a lugares apartados. Allí, rápidamente sacaba el
cadáver y lo ponía fuera de la carretera, después se trepaba al camión y
lo parqueaba lo suficientemente lejos como para que, si se aproximaba
algún policía, el cadáver no fuera descubierto. Posteriormente miraba
que nadie lo estuviese viendo y caminaba a través de los bosques que
rodeaban la carretera (y no a través de la carretera) hasta donde
previamente había dejado el cadáver. Una vez en ese punto, miraba
nuevamente que nadie lo viera, tomaba el cadáver, se metía con el
cadáver en el bosque y lo depositaba lejos de la carretera. Particular
importancia tenía la disposición geográfica que los cadáveres debían
guardar a fin de disminuir la probabilidad de caer en manos de la
Policía; en relación a esto Gary dijo lo siguiente cuando estaba en el
juicio: “Otra parte de mi plan fue el lugar donde coloqué los
cuerpos. Les quité la ropa y objetos personales para no dejar evidencia
de quiénes eran y así resultaría más difícil su identificación. Puse la
mayor parte de los cuerpos en grupos, como si fueran ‘racimos’. Hice
esto porque deseé no perder de vista a todas las mujeres que maté. Tuve
el gusto de hacer un gran racimo alrededor del condado. Utilicé
generalmente una señal para recordar a un ‘racimo’ (grupo de mujeres).
Mi intención fue crear racimos nuevos para no volver a los anteriores y
ser pillado.”
En cuanto al cadáver, Ridgway sabía que a
veces podía ser solo un cadáver aparente y que la víctima podía estar
todavía viva, por lo cual en muchos casos ataba las piernas de la
víctima con ligaduras y vigilaba desde su espejo retrovisor por si se
presentaba signo alguno de movimiento en el cuerpo de la víctima.
Si de algo se cuidaba mucho Gary era de dejar evidencias.
“Bueno. En cierta forma yo me sentía un tanto orgulloso de no ser
descubierto haciendo…cosas como remover las ropas. No dejar nada…ninguna
huella digital, usar guantes…No presumir acerca de eso. No hablar de
eso.”, dijo el asesino luego de su detención. Incluso era tal su
prudencia que, cuando la víctima lo había rasguñado en medio del
forcejeo, Gary le cortaba las uñas antes de ir a dejar su cuerpo al
bosque, de modo que, si la Policía encontraba el cadáver, no pudiese
hallar restos de su piel. Otras veces colocaba evidencias falsas como
colas de cigarrillos o goma de mascar, siendo que él nunca fumó ni fue
adepto a los chicles. El ejemplo perfecto de estas estrategias
encaminadas a sembrar la confusión fue cuando Gary tomó la licencia de
conducir de una víctima y la dejo en el Sea-Tac Airport para dar la idea
de que la víctima se había ido de la localidad.
Gary el necrófilo:
Al comienzo Gary negaba ser necrófilo,
aunque posteriormente fue admitiendo su tendencia de forma gradual.
Primero confesó que solía eyacular inmediatamente después de acabar con
la víctima mediante el estrangulamiento, luego admitió que muchas veces
había regresado para tener sexo con el cadáver. Inclusive contó que, en
unos pocos casos, los cadáveres con los que fornicó habían empezado a
agusanarse…
Tan fuerte era a veces su deseo
necrófilo que, cierta vez, Gary estaba con su hijo en el camión cuando,
aprovechando que su hijo dormía y que pasaban cerca de donde él había
dejado un cuerpo recientemente, Gary estacionó el camión, se adentró en
el bosque unos treinta pies y fornicó con el cadáver de la víctima.
Tener sexo con chicas muertas era genial para Gary porque, según le
confesó a un psiquiatra, representaba “sexo gratis”. Y es que, si bien
Gary recuperaba el dinero que pagaba a las prostitutas una vez que las
mataba, cuando estaban muertas él podía usarlas cuantas veces quisiera
sin que se le intente cobrar un solo dólar…Era así más fácil volver y
hacerlo con una muerta que tener que invertir energía, gas, tiempo y
esfuerzo en una nueva víctima. No obstante las muertas, aparte del corto
tiempo de utilidad que tenían debido a la descomposición, presentaban
el inconveniente de no ser muy estimulantes, razón por la cual Gary,
pese a su apetito sexual insaciable, a veces tenía tantos problemas de
desempeño que, viendo que no podía lograr la erección, abandonaba el
cadáver y se iba frustrado. Por último, indagando un poco en lo que
ocasionaba esta tendencia necrófila de Gary tenemos que, según se supo,
el padre de Gary trabajaba en una funeraria y, siendo Gary un niño, éste
le había hablado a Gary sobre los actos sexuales que otro miembro del
personal de la funeraria había efectuado con cadáveres. De ese modo y en
una personalidad obsesiva como era la de Gary, la llegada temprana de
aquel impactante dato empezó a cobrar fuerza en su mente hasta
desembocar en fantasías que, apenas tuvo la oportunidad, Gary convirtió
en hechos.
Gary, el exterminador de prostitutas
Lo que sucedía con Gary estaba claro: el
odiaba y despreciaba a las prostitutas y a las mujeres en general, por
lo cual, junto al hecho de que matar prostitutas resultaba más fácil que
matar cualquier otro tipo de mujeres, Gary se propuso exterminar
cuantas pudiese sin ser descubierto. Veamos entonces, a través de las
palabras del propio Gary Ridgway, estos y otros aspectos relativos a su
naturaleza y su proyecto criminal:
Odio a las prostitutas, misoginia y cosificación de la mujer:
“A todas esas mujeres las maté porque quería y eso era odio, yo las odiaba”
“Odio a las prostitutas y no quería pagar por tener sexo con ellas”
“No era nada para mí. La cogía, la mataba y me deshacía de ella”.
“Ella es basura, por eso la cubría con basura”
“Para mí las mujeres son algo para tener sexo, matar y tomar de vuelta el dinero”
La elección de las víctimas, el plan y su realización:
“Elegí a las prostitutas porque creí que podría matar cuantas quisiera sin ser atrapado”
“Pocas de ellas se reportarían como desaparecidas”
“El plan era: quería asesinar a tantas mujeres que yo consideraba prostitutas como pudiera”,
“He asesinado tantas mujeres que me cuesta acordarme de todas ellas”.
El deseo de control y poder:
“La controlaba cuando la mataba y la controlaba hasta que la descubrieran. La controlaba mientras la tenía en mi posesión”
“Ustedes no las pueden controlar, yo sí pude controlarlas”
En el fondo: ¿por qué mataba?
Al igual que en muchos otros asesinos
seriales, en Gary Ridgway vemos que el vínculo con los progenitores, y
particularmente con la madre, adquiere una preponderancia especial en el
nacimiento de su impulso asesino. Dicen por ello los autores del ensayo
académico Metáfora paterna e incidencia del deseo materno en el acto mortífero del asesino serial que: ‹‹Lo
ocurrido con el asesino serial es un goce inconsciente que este dirige a
la destrucción del padre cuando este lo sigue viendo como un rival o a
hacia la madre cuando éste sabe que no puede acceder a ella de forma
real, pero que lo puede hacer de manera simbólica solo que con la
frustración puesta en la destrucción, y esto lo lleva a transferir ese
deseo hacia otros objetos que le representan a la madre como tal, es
por eso que los asesinos seriales se repiten en el mismo patrón de
conducta y de personas en cuanto al acto como tal, es decir, que estos
con frecuencia matan mujeres que de una forma u otra le representan a la
madre o al vínculo con ella (…)›› Aclarado lo anterior, tenemos en primera instancia al Gary niño que sufre la presencia de una figura materna que:
- Se presenta como dominante, temperamental y poco afectuosa, como una madre que lo humilla en público, que lo critica y castiga con constancia y que manifiesta tener una imagen pésima de su hijo. Esto habría de originar problemas de autoestima en Ridgway, un sentimiento de humillación y un acumulamiento de ira y rencor que finalmente se plasmarían en las fantasías homicidas que Ridgway aceptó tener en relación a su madre.
- Le ocasionó trastornos sexuales en tanto que se vestía frecuentemente de forma demasiado provocativa e incluso, según algunos especialistas, es muy probable que lo haya “asaltado sexualmente” (tocándolo, sin llegar al incesto). Aquello, unido al fervor religioso que a su vez manifestaba la madre de Gary, habría de causar que por una parte Gary tenga fantasías sexuales con su madre (esto sí lo confesó) y que por otra tenga conflictos internos al ser, al menos durante cierto periodo de su vida, un fanático religioso y a la vez un asiduo cliente de la prostitución.
Expuesto lo anterior cabe señalar que,
frecuentemente, Gary manifestó el enojo que tenía hacia su madre
llamándola “puta”. Y es que, y en este punto es importante el rol
paterno, el padre de Gary manifestaba un profundo desprecio por las
prostitutas. Así, y en parte como forma simbólica de vengarse de las
humillaciones que su madre le infligía y a su vez como válvula de escape
a través de la cual plasmar en cierto grado el deseo sexual hacia su
madre[2],
“puta” se convierte en la expresión de la asociación que, en la mente
de Gary, se dio entre la imagen de la prostituta y la imagen de su
propia madre que se vestía como una de ellas…
Después, el odio hacia las prostitutas
ocasionado por la asociación de éstas con su madre, habría de verse
grandemente incrementado cuando, en los inicios de su vida adulta, Gary
contrajo gonorrea y verrugas genitales. Entonces y a partir de ese
momento, las prostitutas ya no solo le despertarían antipatía por
cobrarle sus servicios (él dijo que odiaba pagar por sexo) sino también
por haberle (para él ellas tenían la culpa) hecho contraer gonorrea y
verrugas genitales.
Por último, se ha planteado la teoría de
que Gary tenía una misoginia fundamentalmente originada como plasmación
de la rabia inherente a la frustración sexual que tenía guardada como
consecuencia de no haber logrado un verdadero vínculo de intimidad
sexual-emocional con la mujer antes de la llegada de Judith[3].
De ese modo y debido a que las prostitutas no solo que son mujeres sino
que le manifiestan a Gary su impotencia para conseguir sexo fácilmente
sin tener que pagar y por tanto representan en cierta forma la
impotencia general de Gary frente a la mujer, éstas devienen en blancos
ideales sobre los cuales el puede proyectar su misógino enojo.
Por todo lo anterior, Gary conseguía lo siguiente con sus crímenes:
- Teniendo sexo con la prostituta antes del asesinato, Gary complacía simbólicamente las fantasías sexuales que tenía con su madre.
- Matando a la prostituta, él mataba simbólicamente a la “puta” que para él era su madre y, además, se vengaba directamente de las prostitutas y simbólicamente de las mujeres en general.
- Al tener sexo con los cadáveres, no solo satisfacía su deseo necrófilo sino que disminuía su sentimiento de impotencia y frustración, ya que no tenía que pagarle a la chica y lo podía hacer numerosas veces sin pagar, tal y como haría el hombre hábil con las mujeres que Gary nunca fue.
- Mediante el sentimiento de control y poder que le ocasionaba matar, enterrar a las muertas y tratar sus cadáveres como objetos que le pertenecían, Gary lograba contrarrestar el sentimiento de humillación que le había causado su madre e invertir la situación la condición de controlado que tenía ante ésta de niño y que, hasta cierto punto, siguió teniendo de adulto (recuérdese que su madre era una suegra muy entrometida). Pero esto solo en primer término o principalmente, pues en segundo término se sentía poderoso ante la mujer en general y, en última instancia, se deleitaba con la sensación generalizada de poder que casi todo asesino siente cuando mata.
Gary Ridgway, ¿un actor nato?
Se ha dicho que Gary era tan implacable
que, a pesar de que sus víctimas le rogaron piedad muchas veces, Gary no
desistió en el propósito de liquidarlas. Sin embargo poco se conocen
estas palabras del asesino: “Yo lloré, sí lo hice, y esa era la parte buena de mí. Yo lloré, pero aún así las maté y no me importaron en absoluto”. Se
ve en tales palabras a un asesino que, aunque implacable, no era de
hielo y tenía por lo menos un mínimo de empatía, tal y como reflejan
confesiones suyas en las que cuenta que una vez vio de frente a una
víctima de 16 años, jadeando con tal desesperación que, desde ese día,
Gary empezó a ahorcar a sus víctimas por atrás porque “no quería
imágenes como esas” en su memoria. “Ella me está mirando
y…y…tratando de hacer que me detenga. “¡Por favor, por favor no!”. Pero
yo todavía sigo estrangulándola. Yo no podía dejarla ir.”, dijo Gary recordando aquel día.
No obstante, en opinión del autor de The Riverman: Ted Bundy and I Hunt for the Green River Killer: ‹‹Él
asesinó a sus víctimas deliberadamente, metódicamente,
sistemáticamente. Él estaba libre de cualquier preocupación moral. En
cinco meses de entrevistas con investigadores y psicólogos forenses, él
no mostró empatía por sus víctimas ni expresó genuino remordimiento. Él
mató porque quería. El mató porque podía.››. Semejante es la opinión de Mark Prothero en su libro Defending Gary: Unraveling the Mind of the Green River Killer,
quien agrega a lo anterior la teoría de que Gary tenía una enorme
capacidad para sentir cualquier emoción idónea para adaptarse a las
exigencias del contexto en que estuviese: Pero luego recordé que la
fortaleza de Gary ha sido siempre su adaptabilidad, su capacidad para
ser lo que sea que la gente espere de él. A pesar de su pobre educación,
a pesar de su inteligencia por debajo del promedio, Gary fue, creo yo,
el más fino Actor del Método[4]
que haya vivido. No era algo consciente tanto como era algo instintivo.
Él podía llorar donde sea que quisiera y dejarlo de hacer abruptamente.
Si tú querías remordimiento, él podía hacerlo. Si tú lo querías loco,
triste, estúpido, inteligente, avergonzado, presuntuoso, pecaminoso o
religioso, él podía hacer todo eso, y tú serías convencido. Yo he visto
todos esos estados, en otros, durante todos los años desde la noche en
que lo vi por primera vez, y especialmente durante nuestro tiempo en el
bunker. Él era, como alguna vez observó el Dr. O `Toole, un camaleón,
siempre armonizándose, siempre dándote lo que esperabas, siempre listo
para complaces. Y ese era, de hecho, su rasgo más mortal.
Se ve así que, en la opinión de
expertos, Gary era simplemente un actor nato; pero entonces, si solo
actuaba: ¿por qué tenía miedo de mirar los ojos de sus víctimas? Parece
lo más lógico el suponer que en general Gary era una especie de actor
nato —que no fingía las emociones, sino que las creaba para adaptarse a
la situación—, sin embargo y al tener en cuenta que no mentía (esto se
sabe por ciertos métodos) cuando decía que evitaba mirar los ojos de sus
víctimas al estrangularlas, surge la pregunta de hasta qué punto era
Gary Ridgway un actor nato…
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El Asesino de Río Verde
A mediados de julio de 1982 fue
encontrado, flotando en las aguas del Río Verde del condado de King en
el estado de Washington, el primer cuerpo de todos los que vendrían. La
víctima, Wendy Lee Coffield, era una adolescente de 16 años que había
sido estrangulada con sus propias bragas y tirada al río como si de una
funda de basura se tratase.
De momento no existían evidencias
suficientes para seguir las investigaciones y el misterioso autor del
delito fue apodado como el Asesino de Río Verde. Y es que, para aquel
entonces, los miembros del Departamento de Policía del condado de King
no imaginaban que Wendy Lee Coffield representaría apenas el inicio de
una larga pesadilla cuyas víctimas caerían en su mayoría durante 1982 y
1984.
Casi todas las víctimas eran prostitutas
y tenían entre 15 y 31años, la mayoría de ellas aparecían desnudas y a
veces tenían las uñas cortadas. Muchos cadáveres tenían signos de abuso
sexual y frecuentemente había chicles, mapas de carreteras, restos de
comida o colillas de cigarrillos en la escena del crimen.
Fue ante este escenario que la Fuerza de
Tareas de Río Verde se formó para investigar los asesinatos y así fue
creciendo la lista de posibles sospechosos. No era un caso fácil para la
década de los 80, década en que las computadoras sofisticadas y el
sistema de rastreo de ADN aún no existían, por lo que había que juntar y
asociar pistas a la vieja usanza.
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El asesino serial Ted Bundy se ofrece para ayudar
En octubre de 1983 Ted Bundy, que estaba
en el corredor de la muerte (sección de la prisión para los condenados a
muerte), se ofreció a colaborar con las investigaciones debido a que,
igual que el Asesino de Río Verde, él había sido un asesino en serie de
mujeres y podía ayudar a los detectives a indagar en la mente del
Asesino de Río Verde y a predecir sus movimientos y descifrar posibles
estrategias.
Entre otras cosas, Ted dijo que el
asesino probablemente conocía a algunas de sus víctimas y que
probablemente más víctimas debían de haber sido enterradas en las áreas o
cerca de las áreas donde se habían encontrado los cadáveres. Bundy
también dio mucha importancia a las diferentes áreas de los cadáveres
encontrados; pues, para él, el conjunto de las áreas sugería que cada
grupo o lugar se había establecido cerca de la casa del asesino.
Los detectives encontraron la
información suministrada por Ted Bundy como interesante, pero sin
importancia práctica relevante para dar con el asesino.
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Descartando sospechosos
En 1987, la dirección del grupo de
trabajo cambió de manos, al igual que la forma en que la investigación
se llevaba a cabo. En lugar de seguir intentando probar quién podía ser
el asesino, se tomó la lista de sospechosos y se llevó a cabo un proceso
a través del cual se eliminaron de la lista aquellos sospechosos que no
debían de ser el asesino, poniendo así a los sospechosos que quedaron
dentro de lo que se denominó la Lista A.
Gary Ridgway, que finalmente pasaría a
la Lista A, había caído en la lista de sospechosos a causa de dos
encuentros que tuvo con la Policía en la década de 1980.
El primero fue en el año 1980 cuando se
lo acusó de estrangular a una prostituta mientras tenía relaciones
sexuales con ella en su auto cerca del aeropuerto de Sea-Tac. Al ser
interrogado, Ridgway admitió estrangularla, pero dijo que era en defensa
propia porque la prostituta lo había mordido cuando estaba haciéndole
sexo oral. El asunto fue entonces dejado de lado por la Policía.
El segundo encuentro fue en 1982, cuando
Ridgway fue interrogado después de haber sido atrapado en su camión con
una prostituta (la prostitución era ilegal). Tiempo después, la Policía
se enteró de que la prostituta ya no existía porque era Keli McGinness,
una de las víctimas del Asesino de Rio Verde…
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La prueba del polígrafo
En 1983 interrogaron nuevamente a
Ridgway cuando el novio de una prostituta desaparecida reportó que, el
último vehículo en que vio a su novia el día en que ésta desapareció,
era un vehículo que tenía las mismas características que el de Ridgway
Apenas un año después, Ridgway fue
arrestado por haber sido sorprendido solicitando servicios sexuales,
puesto que la supuesta prostituta en realidad era una mujer policía
encubierta que, a diferencia de otras, parece que sí aceptó mostrarle
los pechos y la vagina a Ridgway, ya que éste pedía que le muestren eso
porque pensaba que una agente encubierta no se atrevería a hacerlo. Ya
en la comisaría, Ridgway fue sometido a la prueba del bolígrafo (y la
pasó), en la cual se ve si el sospechoso miente o no a través del pulso y
otros aspectos de su caligrafía. Debido a este incidente y a que le iba
bien en su relación con Judith Mawson, Ridgway fue disminuyendo su
ritmo asesino y cada vez se reportaron menos denuncias de mujeres
desaparecidas.
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Ridgway y la Lista A
Cuando Ridgway pasó a la Lista A se lo
puso bajo vigilancia policial. Los investigadores examinaron su
historial de trabajo y determinaron que nunca estuvo en el trabajo
durante los días en que muchas de las víctimas habían sido reportadas
como desaparecidas. Sumado a eso algunas prostitutas habían reportado
que cierto hombre cruzaba a menudo el camino que Ridgway usaba para ir y
volver del trabajo: esto, debido a que la descripción que dieron del
hombre concordaba con el aspecto de Ridgway, aumentó fuertemente la
sospecha de que él podría ser el Asesino de Río Verde.
El 8 de abril de 1987 la Policía
registró la casa de Ridgway, la cual estaba llena de objetos que él y su
esposa habían recogido de un basurero de buceo que estaba cerca de
donde fueron encontradas algunas de las víctimas. En primera instancia
el hecho parecía sospechoso, pero algunos testigos dijeron que
recolectar ese tipo de objetos era una actividad que la pareja compartía
desde hace mucho tiempo. En todo caso sometieron a Ridgway a una prueba
de polígrafo que pasó y, tras eso y con el consentimiento de Ridgway,
le tomaron muestras de pelo y un hisopo con su saliva, tras lo cual lo
soltaron por falta de evidencias en su contra.
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El recorrido de sangre: mapa de los asesinatos y fotos de algunas víctimas
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Revitalización de la Fuerza de Tareas
En el año 2001 la Fuerza de Tareas de
Río Verde tenía dentro de ella a muchos jóvenes detectives que habían
sido adolescentes cuando la matanza comenzó. El grupo tenía ahora
equipos tecnológicos que ayudaban a crear perfiles en base a evidencias
esporádicas. También contaba con la ventaja de la investigación en base
al ADN, método éste que se había desarrollado de forma considerable en
los últimos 15 años.
Las pruebas de ADN que habían sido
cuidadosamente tomado y conservado por el grupo de trabajo anterior de
las víctimas y Ridgway fue muy valiosa para conseguir la evidencia de
que por fin se necesitaba para capturar y condenar al asesino de Green
River.
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Arresto y juicio
El 30 de noviembre del 2001 Gary Ridgway
fue arrestado por los siguientes asesinatos: Marcia Chapman, Opal
Mills, Cynthia Hinds, y Carol Ann Christensen. En todas ellas estaba el
mismo ADN que Ridgway había dejado en la esponja que chupó cuando le
tomaron muestras de saliva e inclusive tres de las chicas tenían restos
de semen de Ridgway.
Ridgway sabía que iba a ser ejecutado
pero no quería morir, por lo que aceptó un acuerdo con el fiscal y
accedió a cooperar plenamente con la investigación de los asesinatos.
Durante meses los detectives entrevistaron a Ridgway metódicamente,
consiguiendo los detalles de cada uno de los asesinatos que cometió.
Ridgway también los llevó a los lugares donde había dejado a varios de
los cadáveres, explicando cómo mató a cada uno de ellos y cómo dejó
evidencias falsas para despistar a la Policía.
El número exacto de víctimas es algo que
no se llegó a saber con certeza pues en una de las cintas grabadas dijo
haber matado a 61 mujeres y en otra cinta a 71, sin embargo al final
de ambas entrevistas se ve que sólo recuerda 48 asesinatos, todos dentro
del condado de King, en el estado de Washington. Así, el 2 de noviembre
de 2003 Ridgway fue declarado culpable de 48 cargos —en febrero del
2011, con Gary en prisión, se agregaría una víctima más a la lista— de
homicidio en primer grado y el 18 de diciembre de 2003 fue condenado a
480 años sin posibilidad de libertad condicional.
En cuanto a su actitud en la corte, no
solo que Gary Ridgway aceptó las acusaciones sino que además dijo cuál
era su plan criminal y otras cosas y, además y para sorpresa de los
presentes, derramó lágrimas que parecían bastante sinceras cuando el
padre de una de las víctimas, en lugar de increparle como hicieron los
familiares de otras víctimas, le dijo que lo perdonaba, tal y como junto
a otras cosas se ve en el siguiente vídeo:
Actualmente Gary Ridgway se encuentra en
la Penitenciaría del Estado de Washington, donde ha recibido pedidos de
entrevistas por parte de distintos tipos de personas interesadas en el
caso: psiquiatras forenses, terapistas, estudiantes de Psicología en
busca de un doctorado, periodistas, reporteros, creadores de
documentales e investigadores particulares del tema de los asesinos
seriales. Gary siempre se ha mostrado deseoso de ser entrevistado, pero
sin embargo no siempre se lo han permitido pues la política de la
prisión ha sido la de generalmente negar visitas que no sean de
familiares, de abogados, o que no apunten al afianzamiento de la ley.
Muy completo la información felicidades. Cuando vi su historia por primera vez, creí que yo era como él, no en asesinatos, sino en lo excéntrico de mis ideas, hablo de su historia, creía que yo era el único que veía en este hombre NO UN PSICÓPATA, NO UN MOUNSTRO, como lo calificaban los psiquiatras, periodistas y especialistas en criminalística; yo no veía nada de eso, simplemente analizando objetivamente su vida y los acontecimiento, me di cuenta que solo era una persona necesitada de amor, afecto, y era otra de las víctimas, de las 71 que mató, con la excepción de que él es varón, y que fue el primero que fue asesinado por un mundo lleno de seres humanos (padres) crueles, incapaces de medir las consecuencias del maltrato y el abuso infantil. Mi conclusión es que si debe pagar por los crímenes que cometió, que es culpable, pero que de las 72 víctimas que murieron, fueron asesinadas por los abusos infantiles, y la mancilla incestaria que merodió la inocencia mental de un pobre niño. Vivan los niños, viva la salud mental, viva la educación saludable, viva el cuido, el amor y el afecto hacia los niños. Vivan las víctimas inocentes, vivan las mujeres, viva EL PERDÓN Y LA COMPRENSIÓN: ¡Viva Gary Ridgway!
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