El 3 de enero de 1778 murió el Padre Fray Agustín de
San José, natural de Zeolledo en Castillo la vieja, de edad de 78 años y
62 de hábito. Varon con toda verdad de eterna memoria por sus virtudes y
raro ejemplo que dio así dentro como fuera del Convento y sus
confesores deponen no haber perdido la gracia del bautismo. Entró en la
religión con especial desengaño, pues habiendo tenido en el siglo muy
buenas conveniencias, todas las renunció por darse a Jesucristo. En la
Religión se dio al ejercicio de todas las virtudes; en el silencio fue
un ejemplar bien raro, pues jamás ocupó el tiempo en otra cosa que en el
aprovechamiento de su alma, siendo sus palabras muy medidas.
Su caridad fue tan grande que era asombro de
todos e informado de ella , era continuo en el trabajo de ganar almas
para Dios y buscábale toda suerte de gentes y de día y de noche
confesaba a cuantos a él llegaban. En la siesta que era el tiempo que
tenia de descanso, solía estar confesando y todos tenían en él un
piadoso Padre para sufrir las flaquezas humanas y al mismo tiempo un
severo Juez para reprender los vicios y negar la absolución al que no la
merecía. Jamás dejó de las manos el estudio de la teología moral y era
tan humilde que cualquier dificultad que encontraba preguntaba lo que
debía hacer, siendo por lo común lo que había ejecutado lo más conforme a
la más a la más sana doctrina. Por sustentar a los pobres y que todo
necesitaba que a su Portería llegaba, no saliese de ella sin alivio, se
quedaba sin comer, guardando (con licencia de los Prelados) lo más de lo
que le daban en el Refectorio.
En cuarenta años que estuvo en la Porteria, jamás
se le notó palabra o acción que denotase impaciencia. Si iba por los
pueblos circunvecinos, era llevado de su caritativo impulso a visitar
pobres enfermos y llamar a las gentes para confesarlas y jamas salió de
casa sino para ejercitar la caridad. En el bien de este Convento así
espiritual como temporal fue muy profícuo, celaba con la mayor entereza
se diese buen ejemplo a los seglares y sentía en su corazón el más
mínimo escándalo, procurando con el mayor esmero el honor de nuestro
Santo hábito y el descanso de este Colegio. La cañeria del agua el mismo
la cuidó más de 40 años, gastando en ella de lo que le daban de
limosna, grandes cantidades. Por su agencia y cuidado no tenían los
Prelados que buscar para el reparo material, pues con avisarle al Padre
Fray Agustín lo reparaba y componia todo.
No es digno de omitir un caso bien singular.
Llamaronlo en una ocasión de la ciudad de Lerma, 4 leguas distante de
Toluca, para que confesase a un enfermo y yendo por el camino lo
encontro el Médico de este Convento que iba en su Bolante a visitar al
mismo doliente. Viendo al Médico el Padre Fray Agustin se iba mojando
por la mucha lluvia que caia, lo convido para que entrase en su Bolante,
y no habiéndolo admitido prosigio su camino en lo recio del aguacero.
Llegaron uno y otro a la dicha ciudad de Lerma y cuando todos pensaban
al Padre Fray Agustin con la ropa mojada, lo hallaron enjuto y seco,
teniendo la advertencia el Médico Villagómez de tomarle la capa, la que
se encontro seca y él mismo dio noticia del caso referido y decia que
estaba pronto a deponerlo bajo la virtud del juramento.
Este y otros muchas cosas, que por brevedad se
omiten, nos declaran señales de su mucho caridad y bien del prójimo y lo
aprovechado que se hallaba en el ejercicio de las virtudes y en lograr
el tiempo en la Religión, siendo en ella el espejo y ejemplar de la mas
regular observancia pues en medio de muchos achaques que en su avanzada
edad padecio y sufrio con gran paciencia, nunca dejo la asistencia al
coro y fue necesario mandarle por obediencia se retirase a la celda en
la que con bastante trabajo rezaba el oficio divino, gastando en el
largas horas. Fue tan exacto en la abstinencia de carnes, que aun en la
ultima enfermedad, no se pudo conseguir usarse de ellas, celando su
montificación con decir le hacían daño. Fue en dicha enfermedad un
espectáculo de paciencia y no se le oían otras palabras que dar gracias a
Dios por los dolores con sentida de los Religiosos y seglares que con
ansia deseaban algunos de sus pobres trastos por reliquia. Está
enterrado en dicho sepulcro, número 10.
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